Sunday 1 August 2010

Capítulo #1. Un Laberinto Subrreal.


-Sí comprendo el motivo de tu enojo-
Pero Alicia no era del estilo de persona que implorara perdón, con sus silentes palabras daba por finalizado el pacto de la clemencia, así que se dispuso a desgarrar sus vestiduras frente a la vitrina-espejo donde ella deseaba poseer su venusiano cuerpo.



Alicia bebe de su taza de té simulando la elegancia de otra dimensión, mientras pensativa sus neuronas alertan el sorpresivo toc’toc de la puerta;
Su ojo izquierdo observa por una pequeña fisura;
Es ella su amante, la cual había asesinado la noche anterior.

Se desilusiono al ver fracasar su intento de acuchillar todos los recuerdos de lo acontecido la luna anterior y la imagen de ella através del oráculo de su portezuela pero luego ella hizo una aparición y Alicia vivió cada escena en carne austera.
Cuando abrió la rigidez de madera la invito con una mueca de estupor indicándole el diván victoriano donde las dos dispusieron sus cuerpos, luego hubo una fijación de miradas tratando telepáticamente desnudar sus pensamientos, el silencio se apodero del ambiente por un lapso efímero hasta que ella rompió la tranquilidad con sus venenosas palabras: Qué vas a hacer?
La pregunta azoto cada vez más los recuerdos haciendo que Alicia sintiera un nudo en la garganta, invadida con un deseo vehemente de regurgitar.

De su closet, ese que quedaba cerca al pasillo salía unos sonoros zumbidos que aterrorizaban el aire, Alicia puso sus blanquecinos pies sobre el piso de madera disponiéndose a abrir las puertecillas del mueble, una expectativa mordía su espina dorsal en una angustia que superaba su belleza.
Dentro estaba ella recostada sobre el fondo con el rostro adormecido y ligeramente helada, su piel era blanca con excepción de los miles de hilos de sangre que sobresalían de entre sus poros, vestiduras no poseía solo unas cuantas telarañas sobre sus rojizos cabellos, Alicia observo ese cadáver tan exquisito que la excitaba y la hacía recordar las imágenes criminales de la noche anterior y con mas deseos apretaba su labio inferior irrigándole la sangre en donde sus pupilas se convirtieron en una espiral de lujuria, tomándola, ese cuerpo sin vida que le despertaba caricias de muerte y cuidadosamente lo puso sobre la bañera, lo beso, lo observo, lo exploro, lo penetro y ella la miraba con repugnancia al ver tal acto de necrofilia, 
Ella misma reconoció su cadáver, pero ya era demasiado tarde, el banquete que había saciado la oscuridad de Alicia; así que fue al cuarto de herramientas tomo algo muy pesado pero era lo suficientemente fuerte para sostener con vehemencia su preciada pieza que culminaría su emoción.

Fue así como encendió la sierra y empezó a destajar con pasión trozos de carne, como bocados de orgasmo hechos añicos, ella seguía mirando a Alicia con un profundo odio, con un sombrío repudio y en su transparencia existencia un intenso temor que se apodero de aquel vivido fantasma.

Alicia continuo cortando hasta que en la bañera solo se divisaba una sopa de color rojo intenso, inspiro con desesperación saliendo del cuarto del baño y se escucho la estática de un cerillo, el olor a gasolina que salía del bidón penetraba sus fosas nasales, ardieron las llamas débilmente hasta que la potencia del oxigeno hizo su parte,
Tomo los pedacillos de carne mutiladas y los depositó sobre el violento elemento, apestaba como si estuviese en una esquina del infierno.





Introducción.

-Alicia esta sucia- se dijo así misma 
-Debes asearte- fue lo siguiente que pensó en voz alta.

Inmaculó su cuerpo manchado de sangre y mientras aromatizaba su feminidad observaba maravillada como el rojo se iba por el desagüe de su ducha, contuvo orgasmos recordando la felicidad que le brindaba el rojizo liquido, gimió barbaridades entre susurros húmedos y vicios. No conocía otra felicidad más liberadora que sus delincuentes memorias.
Culmino su odisea, se vistió de blanco pastel tomo las cenizas y las roció sobres las rosas que le recordaban dimensiones e identidades que algún día reunirían sus energías para hacerle visita las tardes de té en las cuales otra mas resurgiría de la sangrante semilla de sus actos.

Némesis.

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